Peor que un perro

Hoy me sentí peor que un perro (odio los perros) cuando aquella niña que mandé al carajo hace algunos meses me habló por teléfono en la mañana. Realmente cuando mi padre contesto y me dijo que se trataba de ella, lo primero que me pasó a la mente fue no contestarle, como en algunas ocasiones anteriores lo había hecho.
Sin embargo conteste el teléfono un tanto temeroso de escuchar como justificadamente ella me diría que soy un patán y que había sido una basura de persona por no contestar sus llamadas y simplemente por un día sin el menor motivo dejarle de hablar.
Bueno y yo si tenía mi motivo, la verdad es que ya no la soportaba, realmente me parecía terrible estar con ella, pero por otro lado pienso que fui un patán al hacerlo y que me merecía la llamada y sobre todo lo que me iba a decir.
Cual fue mi sorpresa cuando me encuentro a la niña más cariñosa, la niña que sabía, según ella que “yo tenía muchas cosas que hacer” y que por eso no le había hablado, que “lo comprendía todo” que no me preocupara y que ella me quiere mucho y no quiere que nuestra amistad se acabe nunca.
No me quedó más remedio que aguantarme la bofetada con guante blanco y decirle que me perdonara por lo patán que fui y que sentía mucho el no haberle hablado en estos meses, ahora me siento peor que un perro, pero aliviado por haber hablado con ella y que no me odie tanto. Al menos eso quiero creer.