
No fue sin duda el mejor de los días había planes de empezar a hacer el portafolio de diseño que me pedirán en la entrevista que tengo el lunes, pero murió el tío Raúl, al cual nunca conocí, pero teníamos que ir a velorio por un acto de educación con la familia (a la que tampoco conocía).
Cuando llegue al velatorio recordé algunas caras conocidas de algún tiempo atrás, además de los tíos que visito con frecuencia. Todo fue terrible, había mucha gente pero mi abuela estaba sentada rezando el rosario:
Dios te salve María, llena eres de Gracia, El Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve María, llena eres de Gracia, El Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Dios te salve María, llena eres de Gracia, El Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Y así una y otra vez, sin parar ni un segundo, ave maria, tras ave maria luego empezaron con cosas peores:
Esclava del Señor, Ruega por nosotros
Espejo de justicia, Ruega por nosotros
Trono de sabiduría, Ruega por nosotros
Causa de nuestra alegría, Ruega por nosotros
Vaso espiritual, Ruega por nosotros
Vaso honorable, Ruega por nosotros
Vaso insigne de devoción, Ruega por nosotros
Rosa Mística, Ruega por nosotros
Torre de David, Ruega por nosotros
Torre de marfil, Ruega por nosotros
Casa de oro, Ruega por nosotros
Arca de la alianza, Ruega por nosotros
Puerta del cielo, Ruega por nosotros
Fue algo interminable, todo me recordó cuando murió mi bisabuela poco tiempo atrás, me retumbaban el “ruega por nosotros” y el “cristo ten piedad” en la cabeza. No se si haya algo peor que un rosario, pero después de eso le prometí a mi familia que si me muero no me lo rezarán porque seguramente me volvería a morir.
Después fuimos al entierro, me toco cargar el ataúd y ayudar a que lo metieran a la fosa. Me recordó un poema de Sabines que me gusta mucho y que me retumbo hoy todo el tiempo. Resume un poco lo que pasó el día de hoy además de las lagrimas y el terrible rosario:
Que costumbre tan salvaje.
Jaime Sabines.
¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir.
Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?
Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la cajan, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales.
Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlos a un río?
Había de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.